martes, 26 de julio de 2011

Vivencias del 25 de Julio de 2011 - Pisando Mi Sombra

     El sol irrumpió en mis ojos, haciéndose colar por las ventanas de mi cuarto. Calurosa mañana, clima típico de verano, y no retengo recuerdo de un veinticinco que haya llovido. Con el pensamiento insistente de terminar las letras que comencé en esta misma madrugada, abro los ojos al infinito y echo el cuerpo andar. Para darme de cuenta, que varios papeles que deje sobre el escritorio donde tenía varias anotaciones sobre lo que iba a escribir estaban esparcidos por el suelo. Pudo haber sido una mala jugada que me hizo el viento, o algún espíritu circundante que no le gusto lo que había escrito.  Recojo todo, manos sobre teclado y adentrarme en ese mundo imaginario a pescar pensamientos y plasmarlos en papel, virtual. Y así nació “Escarmiento Revelador”, pues desde hace un año me perseguían los recuerdos de los hechos que este recoge y esa nostalgia acechante que retumba en el alma me llevaron una vez más hacia la montana.

     Allí estaba, aquel horizonte infinito, comenzando con la espesa maleza que me rodeaba hasta donde el cielo se fundía con el mar, nunca he podido distinguir donde comienza o termina cada cual. Sentí que mi alma gozaba en todos sus rincones, pues recordé en ese mismo instante el mismo impulso que me arrastro hace precisamente un año y recojo cabalmente en las memorias de aquel entonces y cito, -“Retomo la iniciativa de tomar ese camino, a donde cayeron aquellos mártires de mi soledad. Lugar lleno de muchas bendiciones, aire suave, temperatura moderada, verdura que no cabe por los ojos, pero manchado con sangre que este día vio en su pasado. Allí se encontraban un puñado de gente, no sé si se sentían igual que yo, pero por algún motivo viajaron la larga y tediosa travesía del camino. Algo me conmociono el espíritu, y fue ver ese paisaje profundo de mi tierra, veía el denso follaje que comenzaba de entre mis pies y se extendía casi hasta el horizonte, de ahí se partía el cuadro en dos, cuando este se encontraba con el cielo tenue y callado, pero bravo y feroz cuando requiere. Al ver tanta hermosura, una parte de mi quería lanzarse al vacio para así mezclarme y ser parte de esta.”-

     Dos libros me esperaban en aquella mesa, ansiosos por librarse de aquella soledad de no tener quien los lea. Reconocí la portada de uno dellos, blanca con bordes naranjas y azules, y una letra H que resaltaba el destello de la enseñanza que encierra. Sus páginas ya amarillas y un poco de moho me revelan la vejes deste. -¿Este contiene la Peregrinación de Bayoan?- pregunto ignorantemente al hombre que atendía la pequeña librería ambulante. –No, la peregrinación es un libro completo, no lo tengo- responde como lamentándose. No lo pensé, cuando saco los billetes para pagar me muestra otro libro de Hostos, este consagra pensamientos del maestro, tampoco lo pensé, solo gaste quince dólares en estas dos obras. Aquí adjunto uno de muchísimos tantos pensamientos:

     “Sería más racional, más digno, más noble, menos expuesto a infelicidad irremediable el amar conteniendo el amor y educándolo en sí y en el ser amado, y fortaleciéndolo en la estimación; pero es más humano, más de la naturaleza instintiva el estallar, el irrumpir, el apasionarse, el enloquecerse, el enamorarse locamente, suceda lo que quiera.”

     Volviendo a la montaña y comenzando mi partida hacia lo que sería como punto final de mi estadía, subir la colina que me llevaría al lugar de los hechos. En la trayectoria vi que la gente miraba hacia arriba y gritaban y aplaudían. Pues en la torre se había trepado un hombre, y a mitad desta amarro una bandera, símbolo de hermandad de aquella lucha incansable que se libraba a finales del siglo ante pasado, ¿acaso nunca se han preguntado por qué la bandera de Puerto Rico y Cuba son las mismas con los colores invertidos? Pregúntenle a Antonio Vélez Alvarado. -Que idiota-, me dije. ¿Qué significado tendrá para ese hombre arriesgar su vida para trepar una bandera? La respuesta no la sé, pero si sé que me siento más idiota que él, pues solo me arriesgo a un carpal túnel de tanto escribir.

     Colina que le saca el aire a cualquiera, oí decir a uno de los presentes ya en la cima, -Caramba, hace par de años subía esa colina corriendo, mírame ahora too sofocao-. Uno más de tantos viejos barbudos que se veían por do quier. Me dije a mi mismo –caramba, en par de años toda esta egida estará muerta, ¿me tocara subir esta colina solo?-.




    Allí estaba, frente a las pequeñas cruces coronadas por la misma bandera que hondeaba a mitad de la torre. Por unos instantes padecí de visualizaciones momentáneas, en las que retumbaban en mi pecho las balas que una vez cegaron la vida destos jóvenes. Durante estos minutos pensé mucho en la muerte, ¿qué sentiría en el último instante de vida?, ¿me abre de sentir satisfecho cuando vea mi pecho lleno de huecos? ¿O solo me llevara sin previo aviso? No puedo contestar estas preguntas, pero si se que hasta en los últimos destellos de vida que me queden volveré a esta montaña, volveré a sentir estos retumbones en mi pecho, volver a querer lanzarme al vacio y mezclarme con la hermosura de paisaje y volveré solo para ver que en cada paso que doy estaré pisando mi sombra.



lunes, 25 de julio de 2011

Escarmiento Revelador

     Erase que era, o mejor dicho que fue, vigésima quinta salida del sol partiendo del séptimo mes a mil novecientos setenta y ocho años de que las cruces pasaron de ser causantes de terror a ser la salvación de muchos. Por estos días de pugnas estatutarias que nos ciegan y alejan de toda realidad. Pugna que nos llena de ignorancia histórica, pues nos centramos en como derrotarnos a nosotros mismos y lo único que sabemos de ayer es que la Comay esta criticando a Maripily, o si le rodea un complejo gringal, vemos las balbuceaciones anglosajonas sin entender que dicen los personajes de “Grace Anatomy”, al menos nos reímos cuando de repente se escucha un audio con voces fantasmales riéndose de fondo.

     No era día cualquiera, feriado para el archipiélago desta buen tierra para ser más exacto. Celebración para algunos, que desde mil novecientos cincuenta y dos, para algunos culmino la era colonial con el ejercimiento de la ley 600 y el establecimiento del Estado Libre Asociado de Puerto Rico. No sé por qué celebraban ni aun celebran, ya que ni el mismo Luis Muñoz Marín se sintió satisfecho y un año más tarde se encamino hacia el congreso para tratar de cambiar las cosas. Para los asimilistas, era el día perfecto para llevar un mensaje, y se conglomeraban multitudinariamente para hacerle contraataque a sus rivales estadolibristas. Y para un sector independentista, la Liga Socialista encabezados por Juan Antonio Corretjer, era otro año más en el cual se encaminarían a las playas de Guanica, donde repudiarían la invasión de la cual gozamos a plenitud hoy en día.

     Pasado un poco las doce del mediodía, Carlos Romero Barcelo gobernador de Puerto Rico, mientras se dirigía a la multitud asimilista se entero e informo a los asistentes de la frustración de un ataque terrorista en las torres de comunicación en Toro Negro, llamando a los policías participantes como héroes.

     Tres de julio de mil novecientos setenta y ocho, veinte y dos días antes del que hacen referencia los hechos, Pablo Marcano y Nydia Cuevas toman como rehén al cónsul chileno Ramón González Ruiz. Demandaron la excarcelación de los presos políticos que cometieron el ataque al congreso estadounidense de mil novecientos cincuenta y cuatro y a los del intento de asesinato al presidente Harry S. Truman en mil novecientos cincuenta. También que se cancelara la parada del cuatro de julio. Todo termino en nada y estos cumplieron sus condenas de seis años. Este hecho fue suficiente para motivar a los jóvenes Arnaldo Darío Rosado, Carlos Soto Arriví, Ramón Rosado Ríos, Erich Rodríguez García y Alejandro González Malave a que se tenía que hacer algo. Todos quedaron de acuerdo en que asaltarían la Guardia Universitaria de la Universidad de Puerto Rico en Rio Piedras. Alejandro proveyó su Volkswagen rojo del setenta y uno y hacia haya se encaminaron. Amenazaron a los guardias y robaron un radio por el cual gritaron “Viva Puerto Rico libre”. Así nació el MRA (Movimiento Revolucionario Armado) y la idea de Alejandro de que el vente y cinco se tenía que hacer algo.

     La noche antes del vente y cinco, Arnaldo, Carlos y Alejandro concordaron en que irían al cerro maravilla a sabotear unas torres de comunicaciones. Todos fueron a dormir menos Alejandro González Malave quien realizaría una llamada desde un teléfono público. Al día siguiente tomaron un carro publico que los llevaría hasta Ponce, un Ford Granada azul claro los seguiría.

     Para Julio Ortiz Molina chofer de carros públicos de cincuenta y ocho años, no era un día común, pues mientras la mayoría de sus compueblanos disfrutaban del día feriado, el se ganaba su pan como chofer de carros públicos en Ponce. A eso de las diez y treinta de la mañana salió a dar una vuelta cuando por eso cerca del Departamento de Servicios Sociales tres jóvenes le hacen señas para que los recogiera. “Parecían niños escuchas” relataría luego el viejo. Este fue secuestrado, González Malave tomaría el volante pues sabía muy bien hacia donde se dirigía, mientras el mismo Ford Granada azul claro los seguiría. Más tarde en la cima, se desataría el infierno que culminaría con la muerte de Arnaldo Darío Rosado y Carlos Soto Arriví.

     Para las investigaciones del departamento de justicia de Puerto Rico, ni para dos investigaciones de nuestros amigos federales, nunca hubo una explicación o mejor dicho nunca mencionaron una fuerte aseveración que sostuviera la fuente del porvenir de los moretones en los cuerpos de Carlos y Arnaldo. Tampoco el porqué la trayectoria de los perdigones que destrozaron el pecho de Arnaldo viajaba en forma descendente, cuando los policías tomaron una posición defensiva acostándose en el piso según decían sus declaraciones, de ser así los perdigones viajarían de forma ascendente. A esto le sumamos la destrucción de evidencia de parte del secretario de justicia, el hecho que hubo dos ráfagas de disparos según testigos y el mismo don Julio. A González Malave como agente encubierto incitador dentro de todo este marco y quien sabe que mas. Y la mención de frases como “No podemos permitir que Puerto Rico  se convierta en otra Irlanda del Norte. Hay que darle un escarmiento a esa gente” provenientes de las reuniones que se llevaban a cabo en las altas cúpulas del gobierno.

    Ahora me gustaría compartir estas palabras salidas de una sección del libro  “Dos Linchamiento en el Cerro Maravilla” de Manuel “Many” Suarez, titulado “Ahora dame un tiro en la cabeza”:

     Sus ojos mostraban el terror que sentía. Estaba de rodillas, tenía las manos esposadas a la espalda mientras él y su amigo más joven permanecían rodeados de policías armados, todos en ropa civil. Sus aprehensores los acometían con las culatas de los rifles, mientras los golpeaban, escupían y se mofaban de ellos.
     Rogo por su vida, y empezó a ofrecerles sus servicios como agente encubierto de la policía si lo dejaban ir. Se ofreció espiar líderes radicales, defensores de la independencia. Podía ser de gran utilidad para la policía.
     Sus ruegos enfurecieron a un agente que llevaba puesta una fatiga estilo militar y un chaleco antibalas. Este lo golpeo en la cara. Otro agente le dio un golpe al lado derecho de la boca con su escopeta con tanta fuerza, que se partió la culata. La herida lo dejo tan atontado que no podía hablar.
Un agente de rostro lampiño se paro detrás de él y le quito las esposas. Antes de alejarse, le dijo a los policías:”Ustedes saben cuáles son las ordenes”.
     Los policías retrocedieron y formaron un semicírculo alrededor de ambos jóvenes, que estaban de rodillas:”Maten a ese hijo de la gran puta… maten a ese cabrón comunista”, gritaban los policías.
Un policía delgado apunto con una escopeta recortada a uno de los jóvenes, apretó el gatillo y se oyó un simple retumbar a través de las cimas de las montañas circundantes. La sangre salió a chorros del pecho del joven mientras caía de frente.
     Dos policías le daban palmaditas en la espalda al asesino y les estrechaban con entusiasmo la mano. “Ya eres de los nuestros”, dijo uno de los agentes. “Toma, dispárale al otro”, dijo el segundo policía mientras colocaba un magnum .357 en manos del asesino.
     El otro joven sabía que era su turno. Sus ojos se llenaron de terror, de suplica. Su suplica ardió en los ojos del delgado policía que sostenía la magnum.
     La suplica callada le llego al policía: sacudió la cabeza, como negándose y bajo el arma.
     “Mátalo, mata a ese comunista… mata a ese hijo de la gran puta”, gritaban algunos de los demás policías.
     “¿A quién hay que matar?”, pregunto un agente bravucón. El policía tomo la magnum de manos del agente delgado, la apunto hacia las piernas del joven y disparo. La pierna derecha del joven se retorció grotescamente bajo el, colapso en posición acurrucada y su rodilla izquierda se levanto mientras el arma se disparaba de nuevo. La bala alcanzo la rotula y continuo a través de la parte superior de la pierna.
El rostro del joven –un rostro suave aun no acostumbrado a una navaja de afeitar- se retorció de agonía. Estaba en una posición inusual, con la pierna derecha doblada debajo suyo, bajo la cadera, como una muñeca de trapo con la pierna doblada hacia el lado opuesto.
     “Mátalo, mátalo”, grito otro de los policías, pero el hombre que sostenía el arma de fuego no hizo nada.
“Solo me heriste”, dijo el joven, mientras tocaba su frente con el dedo índice derecho. “Si me vas a matar, dame un tiro en la cabeza, pa` no sufrir”.
     Un policía le quito la magnum al otro, apunto al pecho del joven y disparo. Este cayó hacia atrás, se retorció de dolor y quedo inmóvil.
     “Hasta el día de mi muerte”, dijo el policía que mato al primer joven, “recordare sus ojos clavados en los míos”

domingo, 17 de julio de 2011

sábado, 9 de julio de 2011

Alegría en la Cultura y de lo que no se publica.

     Los adoquines azulados se tornaron en camino y la desesperanza de los vagabundos se me volvió a tornar en melancolía. Por allá por la Tetuán y luego cruzando hacia la del Cristo se me recreaba en la mente aquella hazaña de los dos muchachos que algunos llamaran héroes y otros terroristas. Me avecinaba cerca de las escalinatas de la iglesia, cuando retumbaron en mí ser el fuego nítido de los balazos que troncharon la vida de aquel monstruo. Pero para esto no cruce media isla, sino  que un poco más arriba, en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe se encontraba el cuerpo de un viejo amigo que nunca conocí en vida.

     Unas escaleras rechinantes hicieron mi entrada a la bien preservada estructura antigua. Unas flechas indicaban hacia dónde dirigirme en aquel laberinto de pasillos, hasta que me encontré con una pequeña e inmóvil fila. Varios minutos, quizás una hora después, me toco el turno de plasmar mi firma, allí puse en el espacio del nombre “Gabriel Alvarado Miranda”, y el otro espacio de dirección “Ext. Jardines de Coamo ¡Hasta Siempre!”.  Se me entregaron unos panfletitos y chucherías para luego darme entrada a la capilla.

     Era pequeña con al menos tres filas de bancos. Allí estaba tendido sobre el féretro con una alegría que iba más allá de su apellido. Una pequeña noticia enmarcada adornaba el féretro y me llamo la atención, se titulaba algo así como “Capturan el Morro por la Cultura”. Debió ser de su juventud, pues lo que al papel fuere estaba amarillo casi marrón. Allí me detuve unos segundos y continúe mi recorrido.

     Tome asiento para apreciar la cultura en su máximo esplendor, pues había música, niños tocando cuatro, estaba Moriviví un personaje cómico que nos contaba la historia en forma poética jibara. Y lo que marco el final de mi estadía un trompetista enviado en nombre de la alcaldía de Caguas. Oí que se llamaba algo así como Trichi, interpreto dos números, uno con tema de la paz y otro la borinqueña. Unos comenzaron a acompañarlo “La tierra de Borinquén” y otros “Despierta Borinqueño”, ciertamente unos a canto de jardines y flores y otros a son de machete y cañones. Culminando unos con “Del mar y el sol” y otros con “la Libertad”, y en el ultimo rechinar de la trompeta se nos zafo un ¡Viva Puerto Rico libre! Lo que provoco en mi ánima una sonrisa, pues sabia profundamente que versión de la Borinqueña llenaría de orgullo a nuestro compañero a quien venimos a despedir. En ese momento me sentí satisfecho y comencé mi retorno. Salgo por donde mismo entre, para hacerme de cuenta que la fila llegaba a las escaleras rechinantes de la entrada. Para luego ver por televisión un reportaje en el cual sale el mismo trompetista con dos coros, y en el último rechinar de la trompeta se corta el visual.

     Dedicado a quien en vida fue Don Ricardo Enrique Alegría Gallardo, y en muerte una inspiración la cual seguir y antídoto a la amnesia cultural a la que hemos sido subyugados. De tus letras aprendí y tus acciones me arrastran a cada confín desta bendita patria donde este la represión, marginación  y destrucción de lo que nos hace y une como pueblo. También a ese puñado de lectores, que seguramente puedo contar con los dedos de una mano y me sobran.