jueves, 5 de septiembre de 2013

Mar, Cielo, Viento y Corazón

Dime mar,
¿dónde termina tu horizonte?
si en mi mirada perdida
o en la nube que te roce.
Abrázame con tus olas,
pero no dejes que el desquicio
de el último respiro y me ahogue.


Dime cielo,
¿cómo brillan tantas estrellas?
¿cómo de tanto vació
resplandece una luna bella?
que mis ojos protesten tus atardeceres
pero que al despertar junto a ella
sean defensores de tus amaneceres.


Dime viento,
¿cómo tu transparente existencia
ruge feroz en la tormenta
o como tus suaves caricias
hacen su pelo flotar?
si haz de rugir, ruge mi canto
y susurra mis versos al caminar.


Dime corazón,
¿de dónde salen tantos versos?
si los pescaste en el mar,
se los arrebataste al cielo
o de un tirón los trajo el viento.
Para mí son como huellas en la arena
pisadas que damos y creamos un recuerdo.

lunes, 8 de julio de 2013

ADAPRI: Los Tres Picachos

En Jayuya hay un monte trino y otro que lo sobrepasa.
Allí el valle de Coabey pinta tomates y abre sus casas.
¡Esta es la Tierra de los Muertos, según la leyenda indiana!
Cuando en las alturas huyen las nubes como torcaces retrasadas,
sus sombras huidizas cruzan el valle como fantasmas.
¡Pero el monte inmenso no pasa!...

Juan Antonio Corretjer – Coabey



Vista hacia el norte
Una ligera neblina limitaba nuestra visión, en cada rincón se pintaba la sábana blanca que arropaba montes enteros. La brisa fría suavemente nos abrazaba tirándonos sábanas blancas que a su paso nos dejaba humedecidos con una tierna llovizna. En la lejanía los montes, picos gigantes e inmóviles como viejos guardianes. Silenciosos y eternamente callados, y también encierran la belleza pura de la naturaleza para obsequiárselas a aquellos que quieran conquistar sus cimas. Las nubes, huyen, a esta altura pasan corriendo a prisa por el cielo inmenso y sus sombras fantasmales de monte en monte pasando siempre de largo como si no hubiera obstáculo alguno.  También en la lejanía del valle, ese “Valle Heroico” cual hace reseña Heriberto Marín Torres con su libro, que dé a momentos se limpiaba la neblina, pintándose así las minúsculas casitas, el rio parecía un hilito serpenteando, bordeando la falda de la montaña. El cemí gigante solo parecía un grano de arroz perdido en un océano verde. Los helechos a nuestros pies, servían de barandas ante el abismo profundo. Y nuestras mentes, soltáronse del ancla del cuerpo, cada vez más livianas. Era la plena libertad que se consigue por instantes, para luego correr de la sombra acechante de edificios y carreteras, tapones y bocinas, del día a día y ese ciclo que todos cargamos, la rutina.

ADAPRI - Casa Canales
Los Tres Picachos, es uno de los campamentos más fuertes que realiza  la Asociación de Acampadores de Puerto Rico. Al decir fuerte me refiero a varios factores, como la distancia de la caminata, el frio, no hay agua en el lugar de acampar, la vereda que se hace cada vez más y más empinada, y sobre todo el viento. Es uno de los picos más altos que tiene Puerto Rico, con una altitud de 1,205 metros sobre el nivel del mar, ocupando el quinto lugar. Su cresta divide los pueblos de Ciales y Jayuya. Cuando Yessenia me contacto para realizar la exploración preparatoria al campamento, no lo pensé ni una sola vez. Fue viernes, llegamos bastante temprano a Cedetra para establecer los primeros contactos. Richy fue la primera víctima, un empleado que en ese momento cortaba la grama del lugar. Luego de hablar con su supervisora quedo en llevarnos en su “pickup” a la carretera 533 hasta donde la memoria del compañero Heriberto diera señal de luz, para encontrar una vereda antigua, más fácil que comenzar caminando desde Cedetra. Paso media hora y aun no dábamos con el lugar, Richy nos dejo en un portón que daba acceso a lo que alguna vez fue un camino. Bueno, machetes en mano y a abrir camino, un poco más arriba, el camino se convirtió en sendero y luego en puro espeso bosque. Decidimos regresar y caminar más abajo en la carretera, más abajo fueron dos kilómetros hasta encontrar nuevamente un camino que nos dio buenas esperanzas. Nuevamente machete en mano, y esta vez el cielo comenzó a nublarse. Caminamos mucho más que la vez anterior, el camino comenzó a elevarse y ahí mismo se rajo el aguacero. Fue como una ola, repentino. Enchumbaos, y el camino volvió a borrarse. Regresamos nuevamente a la carretera y nos paramos en una cascada que encontramos en el camino. Llamamos a nuestra salvación Richy, quien llego al rato, en su “pickup”, éramos todo risa, como embriagados, con la exploración fallida y las ganas aventureras, las ganas de fundirnos y ser parte de esa hermosura, decidimos acampar y comenzar nuevamente al otro día. El primer problema fue que yo no estaba preparado para acampar, solo tenía mi ropa mojada. Fuimos a un Pitusa donde compramos algunas cosas que necesitaríamos, como la única pijama que había para mi, talla XL, era eso o nada. Al salir del baño me mire, - “no me queda tan mal”, claro si tengo media pijama enrollada en mi espalda. Conversamos un rato con el dueño de Tito`s Restaurant mientras cenábamos, en ese momento fui bautizado como Pachango, claro un poco más flaco. Montamos campamento, nos acostamos en la acera, y una fuerte ventisca nos obligo a encerrarnos en la caseta. Al otro día, una exploración exitosa, llena de buenos recuerdos, y unas ganas tremendas por que llegara el día.

Subida de las palmas
                Llego el fin de semana del campamento, después de tanto aguardar, tanta desesperación  y ansiedad por la que tuvimos que atravesar. Teníamos pautado quedarnos algunos en Cedetra para quedarnos desde viernes. Llegue con Yessy a eso de las 7:30pm y no había nadie. Decidimos ir a comer al restaurante de la piedra escrita, luego de pedir, se va la luz. Comimos iluminándonos con nuestras linternas, para regresar a encontrarnos con los compañeros. Nos acostamos temprano como a eso de las 10pm, varios en caseta, varios en sus autos y David en el balcón de la Casa Canales. Carlitos llego como a las 11pm, emocionado, decía que venía por el camino escuchando a Bob Marley y que había visto arboles que caminaban, eso nos sirvió de relajo para esta noche y los dos días siguientes. Mientras conversábamos, me pude percatar que a solo unos pasos en una bombilla que alumbra la Casa Canales cerca de la bandera estaba lloviendo. Fue maravilloso ver que a solo unos pasos llovía, luego regresabas y ya no había lluvia. Bueno a dormir y hasta el otro día.

Fresa silvestre
                
                Amaneció temprano, al menos para mí que puse la alarma para las 5:15am, luego de un baño de gato con el agua friísima, quede despierto. Llegaron varios compañeros mas, como Ron y Richard. Desayunamos en Pollos Core, al regresar  ya casi estaba todo el mundo listo, el chofer Okman había llegado, y una persona que no reconocíamos. Le pregunte a alguien por el – “Si, el va a llevar a un grupo a los Tres Picachos, pero aun no ha llegado la gente, le dicen Indio.” Luego converso con Yessy al respecto quien me dice –“bueno, parece más un insurgente”. Llego el momento de partir, dejamos a Indio solo, y nos apiñamos todos en la guagua de Okman. Parecíamos inmigrantes tratando de cruzar una frontera. Pero no una frontera cualquiera, saltábamos al otro lado, fuera de la civilización,  detrás de la ciudad donde las montañas se visten de verde vivo, regresamos una vez más a la naturaleza para llenar nuestros corazones así como se llena una botella de agua para saciar la sed y llegar un poco más lejos.

Yessy - Gabo
                Nos apretamos las mochilas y a caminar, por el sendero húmedo, lleno de matas de guineo, ortigas, guamas, fresas silvestres y el resto verdor que se esparcía por todos lados. Yo iba al frente con una barita sacando las telas de araña, cuando Ron sale con una de las suyas – “Cuando los españioles pasaron por aquí, usaban las cruces para quitar las telas de arañias ”. Comiendo fresas llegamos a la parada donde recargaríamos agua, pero algo había cambiado, lo que habíamos identificado en la exploración como una buena fuente de agua, solo le quedaba un hilito. Nos la manejamos para exprimirle agua al pequeño riachuelo para seguir adelante, nos esperaba la tremenda travesía de las palmas. Mas que travesía, es un desafío, al llegar a las palmas, al menos Yessy y yo sabíamos que teníamos un kilometro de una pendiente resbalosa, donde se va uno aferrándose de palma en palma, no solo para no caer, sino para tomarse un buen aire, para subir a la próxima palma. Y al alzar la vista, ves el final, pero al llegar solo se extiende para ver otro final. Y en uno de esos finales paramos un rato para descansar. Mientras se iban acercando compañeros, se ve uno que avanzaba más que los otros, trepando como una cabra, con el paso seguro sin parar, sin que le faltara el aire. Era Indio.

Gaeotis flavolineata
                Contaba que luego de que nos fuimos de Cedetra, se cansó de esperar por su grupo, fue a su casa, busco su mochila, fue a una tiendita compró un bollo de pan un gatorade y arrancó a pie.  –“Faltan solo cinco minutos”, y se alejo trepando como si ya lo hubiera hecho mil veces. Allá riba lo encontramos, en el lugar que habíamos destinado como campamento, fresquecito como si no hubiera hecho nada, y nosotros todos con la lengua por fuera. Todos escogimos lugar para acampar, buscando por donde menos diera el viento, pues además de la neblina que había a medio día como premonición del frio que nos azotaría en la noche, el viento era el factor que más nos preocupaba. Al estar preparando un área para acampar el Indio movió un tronco algo podrido, sin intensión alguna, salió de la nada una maravilla, era una lapa, pero no una cualquiera, esta era transparente, tan transparente que podía verse sus entrañas en forma de Skittle que bien describió Indio. En estos trajines, lo conocimos mejor, su nombre es Wakarakari Arawak que significa “El joven siervo de las altas cuevas de las montañas”. Luego de haber almorzado, se escucharon gritos en la lejanía, retumbando por las montañas, y las lloviznas haciéndoles coro. Era el grupo que Waka estaba esperando, un grupo de jóvenes que también llegaron con la lengua por fuera, se detuvieron unos minutos y siguieron camino hasta el último pico.  Luego a nuestra ida al último pico nos los encontramos en su regreso todos mojados.

Camino al último pico
                El camino por la cresta de las montañas es estrecho, unos pocos pies a los lados y es todo precipicio, solo queda seguir adelante, por resbaladizas cuestas ya sea subiendo o bajando, con el paso seguro y firme llegamos al segundo pico donde nos detuvimos por unos minutos. Allí la maravilla comenzaba a destaparse, seguimos al tercero, una bajada y una subida más. El túnel de helechos y hierbas cortantes que se aferran a lo que tengan contacto, fueron la bienvenida al final. Y al dar los últimos pasos el cuerpo se va erguiendo, ya las manos no están en el suelo y los ojos se lanzan a la inmensidad  de las hermanas montañas arropadas por sábanas de niebla.

Último pico
                Regresamos atónitos, cansados con una gran sonrisa, espantados de tanta belleza y nos recostamos por buen rato. Luego el baño de gato a fuerza de “Shubs” y todo el mundo a cenar. Hice un trato con Yessy, yo cargaba la olla y compartiría los ricos Mc`nCheese con salchichas por el lao. Cuatro comimos de ese rico manjar, para rapidito lavar la olla y preparar la chocolatada. Media hora después estaba todo el mundo enliado en su nio, y yo en mi hamaca, en ese meneo sereno con la vista más espectacular de Coabey en la noche, cientos de bombillitas en la lejanía anteponiéndose al obscuro fondo, y mas acá, los arboles, las palmas, eran sombras que se iban borrando al mismo paso lento del sueño que me estaba llevando.

Mc`nCheese con salchichas
                Amaneció con la misma neblina que llegamos el día anterior. Una chocolatada matutina esparció sus aromas que se iban rápidamente con el viento, desayunamos. Waka, quien había llevado su flauta nos toco unas hermosas melodías que le dieron a este campamento un toque mágico. Luego un grupo pequeño de compañeros fue nuevamente a visitar el último pico. Mientras el resto empacaba, yo tristemente soltaba las amarras de mi hamaca, como si soltara un barco para irme lejos de mi hogar. A punto de irnos, llega un grupo de personas entre ellos una persona con una prótesis en una pierna, como si se burlara de su propio destino, retando sus propios límites. Ya todos con mochilas en las espaldas, algo así como burros de carga erguidos, comenzamos a bajar. Luego de un rato el grupo se disperso, unos bajaban rápidamente como si surfearan la gran montaña y otros pocos atrás con el paso cauteloso y seguro. A mitad de la bajada de las palmas, en la parte de la roca resbalosa que tiene una soga fija para ayudar a pasar, nos encontramos los últimos en pasar,  David, Primo y yo. En ese mismo orden pasamos, cuando al Primo quien ya se había lastimado un codo el día anterior, terminada la soga comienza a descender poco a poco el resto de bajada. Mientras yo voy bajando por la soga lentamente cuando de pronto se escucha el ruido que le estremece el alma a cualquiera, mire hacia abajo y vi al Primo con la cabeza hacia abajo y una pierna enredada en una rama que lo salvo de seguir. Rápidamente sueno el pito de alerta, y voy bajando para socorrer al amigo mientras David sube el mismo tiempo. Afortunadamente estaba casi intacto, solo con el mismo codo un poco mas lastimado. De ahí en adelante bajamos todos un poco más cautelosos y menos dispersos. Ya en el final esperando que nuestro chofer fuera a buscarnos, recibimos el pequeño discurso de Yessenia sobre nuestra dispersión a la hora de caminar, y la disposición correcta de minas en el camino.

Wakarakari Arawak
                Varios días después, recibimos todo el mensaje de la olla de la chocolatada perdida. Así estuvimos varios días más sin dar con su paradero. Hasta que el día de la próxima exploración, cuando Yessy me envía una foto con la olla dentro de su neverita.





lunes, 3 de junio de 2013

Quebrada Negrito

…¡Pomas del bien y rosas de mi canto!
¡Bendecid a las áureas pomarrosas,
que en las orillas de los viejos ríos
se elevan escondidas y amorosas!
¡Amad los desvaríos
del alma triste que, en los versos míos,
saca los frutos del abismo en rosas!


José de Diego - Pomarrosas


     Desde la más alta hoja a la raíz, todo el panorama se pintaba de un verde tan vivo que los lagartijos se mezclaban entre las ramas y el musgo. En la copa de un árbol, adornándose de los primeros minutos de un amanecer y las remanentes gotas que se chorreaban del último chubasco, el pitido de varios hambrientos polluelos y el cacareo de la madre pájara boba alimentándolos fue mi bienvenida a un nuevo día. Al parecer toda la naturaleza conspira para ofrecernos todo lo que tiene, desnudándose de frente para enseñarnos toda su hermosura. Eso pensé mientras me movía lentamente en mi hamaca y el sol tímidamente escurría sus rayos por el denso follaje. Es aquí en esta tranquilidad donde puedo repasar las vivencias del día anterior.

ADAPRI - SEPRI
     Era sábado dieciocho de mayo de dos mil trece. El sol salió temprano a eso de las seis menos diez y de nubes, ¿qué nubes? La hora de encuentro era a las siete y treinta en un Walgreens ubicado al lado oeste de los Outlets de Barceloneta. Acostumbro a ser un poco precavido así que llegue casi una hora antes al lugar. Desayuno y reviso mi mochila mientras los compañeros van llegando. Éramos dieciocho en total, un junte entre la Asociación de Acampadores y la Sociedad Espeleológica, ambas de Puerto Rico. El propósito acampar cerca de un manantial llamado Quebrada Negrito y visitar Cueva Apache en el barrio Hato Viejo del pueblo de Ciales.  Lo primero que Carlos García me dice es “Este hombre va liviano”, pues nos esperaba una buena caminata y no pensaba cargar mucho conmigo. Luego me percate que lo ganado en ligereza lo perdí en abrigo. A las mismas ocho sonó el silbato de salida. Nos fuimos en caravana hasta la casa de un señor llamado Pipo, quien le dio albergue a la mayoría de los vehículos y abrió el portón que da acceso a la fantasmal carretera PR-631. Además de quienes ya tenían confianza se llevaron el premio de un buen café. La carretera, estaba abandonada hace mucho tiempo, pues ya la naturaleza estaba recobrando el espacio asfaltado.  Pasando por ella se pueden apreciar varios mogotes gigantes en la lejanía luego del espeso bosque. Transitamos unos diez minutos en vehículo hasta donde nos estacionamos a la orilla de la fantasmal PR-631.

Pomarrosa
     Brincamos la valla para adentrarnos en el espeso bosque. Caminamos en dirección sur siguiendo las marcas y la memoria de Carlos García y Yessenia quienes tomaron la delantera. Del camino puedo decir que es bastante accidentado, está lleno de piedras sueltas, es resbaloso y si te distraes mucho puedes ser inesperadamente saludado por una planta llamada Ortiga. Para esta época los arboles de Pomarrosa están floreciendo, es una maravilla cuando pasas por debajo de estos gigantes quienes a su alrededor tienen una alfombra rosa. Pasado el cruce de los plátanos comenzaba la gran odisea de trepar como cabras monte arriba con la mochila en la espalda. El camino se hacía más estrecho cada vez forzándonos a cuidar nuestras pisadas. Luego de algunas paradas y kilómetro y medio adentro, llegamos al cruce o curva de los Marreros, preámbulo del llano entre varios mogotes que conocemos por nombre Quebrada Negrito. Cada cual escogió su nido, almorzamos, recargamos agua y a emprender el viaje a Cueva Apache.
Pomarrosa

     Con el campamento ya establecido y esta vez mucho más ligeros emprendimos el viaje a Cueva Apache saliendo de Quebrada Negrito por el lado izquierdo más próximo al manantial. La distancia era más o menos la misma que hay desde donde dejamos los vehículos hasta el campamento, con la diferencia que era un poco más fácil el camino. La cueva es pequeña al igual que la población de murciélagos, hay varios petroglifos cerca de la entrada y se puede notar el buen estado en que se encuentra pues agraciadamente no hay signos de vandalismo. Entramos en grupos pequeños de cinco a seis personas ya que aunque la cueva cuenta con 3 salones, sus pasillos para llegar a ellos son bastante estrechos al extremo de arrastrarse y quitarse la mochila para poder pasar. El primer grupo entró y yo estuve entre los desafortunados desesperados que nos quedamos compartiendo anécdotas o simplemente echando una siesta en el suelo. Pasaron diez minutos y ya había encontrado la mayoría de los petroglifos. A los veinte minutos ya estábamos tirados en el suelo. Paso media hora y estábamos alucinando, viendo cosas en cada esquina. La gallina de Carlos García quien afirmaba haber visto en la pared que llevábamos mirando bastante rato. O como otro de los compañeros también llamado Carlos que vio la cabeza de un elefante en una estalactita. Bueno nos tocó el turno, al entrar se ven muchos bloques de colapso por todo el suelo. Yessenia nos guio hasta el salón más grande el cual se aceza arrastrándose como culebras hasta escuchar la voz de un compañero - “Welcome”. Era Ronald Richards quien todos conocemos como Ron, se había quedado en el salón grande para tomar muestras de temperatura. Entraron varios compañeros y Yessenia se apareció con su cámara para hacer una de sus secciones fotográficas, capturando nuestra alegría en cuatro fotografías seguidas.  Luego pasamos a un segundo salón no tan grande como el primero, donde apagamos las luces para apreciar en silencio la obscuridad absoluta. Con los ojos abiertos o cerrados era lo mismo, un negro tan obscuro y tan profundo que tu celebro desactiva totalmente tu visión y le da prioridad a otros sentidos. Escuchas el entrar y salir del aire por los pulmones. Sientes el aire que provocan los aleteos de los murciélagos como si fueran grandes ventarrones y una pacifica sensación  te recorre todo el cuerpo. Pero se encienden las luces y rompen con el encanto mágico, al menos se vuelve uno más sereno, como estar sedado. Al volver, me percato que hay otro salón más pequeño cerca de la entrada. Este da acceso  a una pequeña zanja bastante profunda la cual seguramente solo puede ser visitada mediante el uso de sogas y técnicas verticales.     

Cueva Apache
     Bueno regresamos al campamento y a los pocos minutos nos cayo de la nada un aguacero repentino. Luego vino el baño de gato y ya un poco refrescados a comer. Mi cena constaba de una lata de Espaguetis Chef Boyardee y dos lascas de Pan Pepín. De no haber sido por la generosa bondad de nuestra Presidenta Yessenia, me los habría comido fríos, pero es tan grandísima su misericordia que me dono quince minutos de su pequeña estufa. Así que empiezo a comérmelos y digo en mi mente – “Esto se quedo frio”, el segundo bocado lo tomo del fondo de la lata, me vuelvo a decir en la mente – “por estar quejándote, te quemaste”. Reposamos un rato y ya el sol estaba por ponerse. Comenzamos a jugar el juego de la mímica, donde teníamos una bolsa con papelitos dentro, la persona que iba hacer la mímica toma un papelito y lo que este escrito tiene que utilizar sus gestos, muecas, de todo menos hablar para que el resto de las personas intenten descifrar lo que contenía el papelito. Vimos un desfile de nombres de películas, personajes de Disney y el indescifrable Justin Beaver. En eso estuvimos buen rato cuando ya se comenzaban a escuchar varios grillos. Continuamos con la mímica hasta que dos o tres minutos antes de ponerse totalmente el sol se escucho una explosión de grillos que duro como un minuto. Pasaron cinco minutos más y otra explosión de un minuto. Era la alerta que nos daba la naturaleza para avisarnos que la noche estaba ya a vuelta de la esquina. Seguimos con las mímicas y riéndonos de las monerías, cuando de pronto en la lejanía de los arboles obscuros y sombríos se nota una pequeña luz azul flotando por el aire. Nos miramos unos a los otros y nos dijimos algo así como “qué bonito”, seguimos con las mímicas varios minutos más. Se aparecieron dos o tres lucecitas más y decidimos apagar todas las luces para admirarlas mejor. Al hacer esto, descubrimos el tesoro mas grande, era tanta la belleza de aquella noche adornada con una inmensa manada de cucubanos que parecía que del cielo se habían caído todas las estrellas. Y pasaban tan cerca que se podían tocar, incluso se paraban encima de nosotros. Era tanta la hermosura que entro por mis ojos esa noche, que seguramente se me quedara grabada para el resto de vida. Bueno acabado el espectáculo, otra explosión pero no de grillos, si no de mamíferos  desesperados aclamando por – “Chocolate, Chocolate!”.     
     
Petroglífo - Cueva Balcones
     Bueno nos sentamos todos alrededor de la cacerola que nos mantenía embriagados en vapores chocolatosos. Luego vinieron los chistes, mientras otros se encuevaban temprano. Llegaron las cartas briscas donde la campeona Yessy se llevo la mayoría de las victorias y en las miradas de los contrincantes ya se comenzaba a notar la riña. Luego el maldito juego interminable de cartas UNO. La mayoría de los jugadores enfurecidos por las gestas de sus contrincantes y más por que la campeona Yessy sale en primer lugar. Yo ni celebrando ni enfurecido, solo me dije – “que bien, ya esto pronto se acaba”. La batalla del segundo lugar duro bastante, los que quedábamos David, Carlitos, Jean, Mylivette y este servidor, luchamos a muerte agrediéndonos constantemente con los “Draw 2” y ”Draw 4”. Jean fue el que más veces estuvo a punto de alcanzar ese segundo lugar o como él llama “honroso segundo lugar”, quien al fin y al cabo, según me cuentan, termino en último lugar. Logre ganar la segunda posición, pero más que eso gane mi pasaje a la hamaca. Allí  quede tirao, mirando las copas de los arboles que eran sombras negras ante el profundo cielo vestido de un poco de luna. Y en el meneo sereno de la hamaca me fui hiendo al mundo de los sueños. Hasta que el grito agudo de Yessenia me trajo de un brinco al mundo real. –“Yessy, ¿estás bien?”  pregunte asorao. Al parecer los días de la hamaca de nuestra compañera la Presidenta llegaron a su fin, pues en medio de la noche en plena dormitación, se raja por la misma mitad cayendo su contenido como guanábana al suelo. Luego del escándalo, y ya casi yéndome al otro mundo, comienza a cobrar la ligereza de mi mochila sus cuentas. Entra a la noche un frio de esos que dicen, pelus. Me metí lo mas que pude en mi bolsa de dormir, y nuevamente el meneo sereno de la hamaca, las copas de los arboles que eran sombras negras ante el profundo cielo vestido de un poco de luna y para el otro mundo.
     
Cueva Balcones
     Domingo diecinueve de mayo de dos mil trece, a la verdad que cuando los dedos a uno se le llenan de ese sentimiento nostálgico de empacar, se hace más difícil desatar los nudos, la cremallera de la mochila se atasca y esta se siente como si pesara el doble. Bueno al terminar el desayuno ya estaba listo, cuando en esas llega el compañero Anthony Castro acompañado de una señora y dos perros que no se estuvieron quietos ni un segundo, chunky y pepe. Al rato suena el grito de la salida, -“cinco minutos”. Que a mí me pareció como media hora,  y así empezamos el buen viaje de regreso, ese comenzar en la memoria donde en cada pisada se va escribiendo el recuerdo, más que felices, llenos de estos momentos para toda una vida, y uno que otro compañero vacío por la pérdida de sus suelas.

Cueva Balcones
     Pero aquí no acaba este relato, al llegar a los vehículos tomamos un buen aire y a seguir la fantasmal carretera PR-631 hasta su final. Allí tomamos una bien marcada vereda que nos llevaría hasta Cueva Balcones. Luego de unos veinticinco minutos caminando llegamos a la mencionada cueva. La misma en su entrada se pinta del mismo verde vivo de bosque y se va desvaneciendo poco a poco mientras más adentro se está. Luego se transforma todo en blanco, por donde quiera formaciones espectaculares de estalactitas y uno que otro murciélago. Un Dugong prehistórico, o más bien lo que queda de él, solo se llega a ver uno o dos huesos incrustados en la pared. La cueva es bastante amplia, larga, y fácil de recorrer.  Nuevamente el regreso, sentado en el cajón de la pick-up, transitando por la fantasmal carretera PR-631, los mogotes lejanos me saludaban como diciendo hasta luego. Y ya en casa de Pipo, exhaustos, disfrutamos de un buenísimo café que nos trajo de vuelta a la vida.


jueves, 16 de mayo de 2013

Una Luna Lejana

Cuentan que una noche fría y clara
al canto de sapos y grillos.
Al borde del sueño un niño
de su cama se levanta.

Y es que toca en su ventana
linda la luna, con sus guiños.
Y es una niña con cariño
que con sus rayos alumbraba.

Ante la distancia lejana
ella extendía sus rayitos
y el niño en su columpio
más y mucho mas se alzaba.

Pero su jugada hizo el tiempo
y muchas noches de delirios
sin llegar a abrazarse de lleno.

Ya nuestro amigo es un viejito
y la luna aun deja reflejos
en la fría ventana escritos.

jueves, 11 de abril de 2013

Un Atajo al Cielo

EN ESTA PRISIÓN DEL SUELO
SE ME CARCOME LA VIDA
SUBIR LA CUMBRE ESTE DÍA
ES COMO UN ATAJO AL CIELO

Cuando a la primera luz
que rompe la gran sombra
y ya en la cima se asoma
altivo como una cruz.
Hasta el infinito azul
sus ramas alzan vuelo 
y yo con gran anhelo 
de algo de libertad.
Pero ahora mi suerte está
EN ESTA PRISIÓN DEL SUELO

Atado a lo cotidiano
del día a día sin fin.
Partir a cualquier confín
sin ser un ciudadano.
Hay, jamás seré anciano.
Hay, de mi patria querida.
Si no me abro una herida
y así me rajo el pecho
pa` sacar mi alma del lecho,
SE ME CARCOME LA VIDA

En mis pies se hizo el sendero
que anotaron mis botas,
caminando sobre rocas
sin compañía, ni dinero.
Para olvidar el infierno
de carros y bocinas,
letreros en las esquinas
y edificios para morir.
Nada me podrá impedir
SUBIR LA CUMBRE ESTE DÍA

Y ya en la cima del cerro
tu firme silueta encontré
luego me percate
que solo era un destello,
que al tocar con mis dedos
se deshizo con el viento.
Y a olvidarte me niego
aunque parezca tonto,
el recuerdo de tus ojos
ES COMO UN ATAJO AL CIELO

sábado, 19 de enero de 2013

Tu y Yo la hemos destruido


Recientemente hemos visto como un movimiento a través de las redes sociales, mayormente Cara de Libro “FaceBook”, ha forzado a los auspiciadores de la trapo e` muñeca retiraran su fructuoso dinerito. Así nada mas, con  un simple “Like” presionando un botón nos hacemos responsables a ciegas, esparciendo como la pólvora lo que Fulanito y Menganito coloco ayer en su perfil. En este caso cumplimos con el cometido retirando un mal social que nos aquejaba todas las tardes. Vimos una pequeña demostración del poder que reside detrás de las redes sociales.

El mismo poder está teniendo efecto en nuestra Cueva Ventana. Fulanito y Menganito se dieron un viajecito por el centro de nuestra isla para llegar a la tan renombrada cueva. Se tomaron una foto y la colocaron en su perfil. Y en vuelta de unos días el poder de las redes sociales cumple nuevamente con su cometido. Otra vez, presionamos “Like” haciéndonos responsables a ciegas en la creciente ola de la multitud virtual. Ahora en días de semana rondan las visitas entre 200 personas y puede llegar hasta las 1,000 un día de fin de semana. Don Dinero también se ha enterado y puso un puesto en la entrada, $3 niños, adultos y ancianos. Don Dinero hace su ganancia, pero al cobrar tiene que asegurar o brindarle un acceso más fácil, creando un ambiente más humanamente posible para caminar. Don Dinero contrata a Doña Constructora para que taladre haga y deshaga para poner barandas y escaleras dentro de la cueva. Afectando el hábitat de murciélagos, destruyendo lo que a la naturaleza le tomo miles y millones de años al taladrar en las paredes. Esta vez no estamos destruyendo un mal social, estamos destruyendo un bien natural, la obra y creación de nuestro Señor. Y luego nos vemos pidiendo perdón los domingos.

                Entonces, ¿Dónde nos encontramos?, tenemos una bomba atómica la cual lanzamos con un “Like”, todo es cuestión de tiempo y que la ola multitudinaria crezca nuevamente. Así de simples se nos han vuelto nuestras acciones sociales, un simple sí o no, “Like” o “Unlike”, tomamos posturas simples y no nos damos cuenta de las consecuencias que esto conlleva. ¿En eso consistirá nuestra futura democracia? Un simple “Like” e invadimos un país.

martes, 8 de enero de 2013

Y El Mundo se Aguanta


Cuantos giros dará?
El día, la vida, el siglo
Para que llegue un momento
Y se nos quiebre la rutina

A que poesía le llegará?
Su poeta, su verso
Si de estos cuentos
Ni el sol se alegrará

Alguna paloma volará
Al cielo, al infinito
Sin preguntarle al destino
si algun día regresará

Como uno de esos ratos
Donde el viento te abraza
Y salen poco a poco
Recuerdos del alma

Y todos hacen juntos
Un nudo en la garganta
Y a vuelta de un segundo
El mundo se aguanta