lunes, 20 de junio de 2011

A Finales de la Colonia Farmaceutica

     Luego de la diáspora aérea borincana hacia los niuyores, sobre un millón de animas con la esperanza de un nuevo mañana como frente y una desilusión racista como destino. Así se nos fue cerca de la mitad de nuestros habitantes, para luego decir que la pobreza había disminuido, claro así lo hace cualquiera.

     El país tuvo cierto tipo de progreso económico durante las décadas subsiguientes, en las cuales cambio drásticamente el ambiente en que vivíamos, de la masiva agricultura azucarera comercial de donde salían algunos con sus bolsillitos repletos y el resto pues extrema pobreza. A una de un tipo industrial colosal de lo cual aun podemos observar algún vestigio como en la zona de Guayanilla, donde vemos los remanentes oxidados de lo que algún día fue una refinería. Estas firmas estadounidenses gozaban de exención de impuestos federales y estatales. Así como se libraban de aduanas y de la construcción de sus facilidades, pues el generoso gobierno local se los construía.

     Esta explosión industrial duro poco, ya que las firmas estadounidenses buscaban maximizar ganancias, y en una isla con organizaciones laborales exigiendo mejores condiciones de trabajo, pues se les hizo más fácil agarrar sus motetes y largarse donde no se les molestara como a República Dominicana y México donde las manos son más baratas y al parecer la gente se quejaba menos. Así comenzó la primera recesión económica luego del establecimiento del Estado Libre Asociado.

     Llego la famosa sección 936 del código de rentas internas, que permitía a las firmas madres repatriar sus ganancias hacia los Estados Unidos, todo libre de impuestos, algo que no contenía su prima 931. Así estas firmas madres transferían sus patentes y marcas a sus subsidiarias aquí en la isla. Lo que catapulto a esta buen diestra pequeña isla de la posición número seis a ser la primera entre los países de Latinoamérica que gozaban de inversión directa de Estados unidos. Ya para 1976 el cuarenta por ciento  de las ganancias de estados Unidos proveniente de Latinoamérica era producto de nuestras manos sagradas.

      ¿Que paso?, pues nuestros amigos congresistas se cansaron de perder cerca de $3 billones anuales que pudieron haber cobrado de impuestos, ya para el 2005 la querida 936 tiro la pata. Nunca vimos un centavo de ese dinero, sino que les cobramos impuestos a nuestros propios trabajadores de sus miserables sueldos, y si no nos alcanza con esto, pues le pedimos prestado a la mal llamada Reserva Federal con una emisión de bonos para así seguir agrandando nuestra deuda.

     Así llegamos a este cagaero en el cual nos encontramos ahora, un barco a la deriva sin rumbo y sin una tierra firme como destino al cual llegar, una tripulación embriagada, un sacerdote pedófilo y un capitán sin cabeza para aun que sea llevar su sombrero. Y nos dejamos llevar por el cantico dulce de las sirenas politiqueras y el tribalismo partidista que cada día nos divide más y más.

     ¿Que hacer?, pues espero que no sea lo mismo de siempre, quedarnos de manos cruzadas y ver la historia como un circulo vicioso donde pasan los mismos idiotas vestidos de diferente manera para engañarnos y hacernos creer que era otra persona. No se preocupen compañeros, pues tarde o temprano algún idiota se inventara una sección o una ley que nos habrá de sacar de este meollo.

     Mientras tanto, ahoguémonos en charcos de cerveza extranjera, y entretengámonos paseando por Guaynabo City,  creciéndonos en indignidad y haciéndonos menos de nosotros. Tiremos la basura a la orilla y hagámonos del yo no fui, además yo no vivo hay. Al final, eructemos en el balcón y rasquémonos las pelotas, pues seremos tan despreciables que nuestras propias sombras se indignaran en perseguirnos. Ahhh!, pero que desdichados y miserables somos cuando contamos.

sábado, 11 de junio de 2011

Si Fuera de Queso

     Si la luna fuera de queso, los amores se tendrian que distinguir entre parmesanos, americanos o quien sabe que putrefaccion bacteriana derivada de la lactosa. Jamas se habría dado la revolución francesa, pues algún loco ya habría inventado la forma de traer el preciado lácteo a tierra. Neil Armstrong seria el primer idiota en haber pisado el queso mas grande jamas visto. Los lobos ahullarian con gran desesperacion la llegada del dia. Las noches serian en total obscuridad, pues no creo que el queso tenga propiedades reflectivas. Galileo, jamas habria inventado el telescopio y sido condenado por la santa inquisicion. No habria mareas altas ni bajas. Jesus jamas habria resusitado, pues Dios estaria ocupado buscando la manera de darle una tajada a la gigantesca esfera. Los Salcedos, nunka tendrian que morir para saber que la pigmentacion de la piel no tiene nada que ver con divinidades. El sol estaria apagado, pues este no tendria razon de brillar si no ahy a quien llenar de luz. A mi nunca se me habria ocurrido tan semejante locura, nunca me inclinaria hacia la izquierda, pues la pasión por un queso seria una idiotez. En fin, no es de queso, pues hace ya millones de a~os estaria derretida....

lunes, 6 de junio de 2011

787-911

Creo firmemente que el nivel de civilización de una sociedad se mide en cómo se trata a los más necesitados. Ya sea los vagabundos que no tienen hogar o los enfermos en cualquier lugar y en cualquier situación. Como también creía firmemente en que el sistema de emergencias 911 estaría hay cuando lo necesitaría. Hasta que llego la fatídica madrugada en que agarre el teléfono y con unas manos temblorosas, pulse la secuencia mágica de números que habría de comunicarme con algún tipo de ayuda. No soy insistente, así que solo basto un segundo intento fallido para hacerme de paramédico y manejar la situación como Dios mandara.

               Dos o tres madrugadas más adelante, me levanta una voz ronca, parecía como si la vejez o el desgaste de siglos hizo de su hazaña. Desisto rápidamente de la idea de marcar la secuencia mágica de números que habría de comunicarme con algún tipo de ayuda, pues uno aprende de las experiencias. Mis ojos aun cegados por la esmorres del sueño solo alcanzan a ver una silueta de lo que parece ser un hombre. Entonces agarro uno de mis cuadros para usarlo como arma y rajárselo en la cabeza al que fuere. Cuando de repente la misma voz ronca grita, ¡Altooo Gabriel!, y al mismo tiempo enciende la luz del cuarto. Después de tres parpadeadas y la visión casi recuperada logro identificar a este viejo barbudo de bastón.
-Emeterioooooo!.
-El mismo, unos ciento trece años mas viejo desde mi último respiro. Así exclamo.
Erase la representación fantasmal del  DR. Ramón Emeterio Betances, con una peste putrefactoria que daba al cuarto una escena de morgue en plena segunda guerra mundial.
-¿Cómo se encuentra Doctor después de tantos años?
-Hay hijo mío, estos días han cambiado mucho, antes era el libertador de esclavos más famoso de todas las Antillas, hoy la gente me confundiría con un comunista acabado de salir de la sierra maestra.
-Asi es, pero ya no hay esclavos.
-Jum, yo creo que las cadenas ya no son de hierro.
-Adiós Doctor, yo pensaba que se habían robado su bastón del Museo de las Américas.
-¿Se robaron?, mejor dicho recupere, muchacho ya no aguantaba el dolor de espalda, y más ahora que me la paso caminando.
-¿Caminando Doctor?, pensé que en el paraíso no se caminaba.
-Paraisoooo!, -exclama con un poco de nostalgia-, yo no he visto el paraíso, si al Eugenio este le dio que le acompañara en algo hay de la peregrinación de Bayoan. Nos pasamos tooh el siglo, de Cuba a Haiti, pasamos por República Dominicana y después nos montamos en una yola hasta Puerto Rico. Y viramos con el mismo amor. Hemos ya hecho esta peregrinación como 10 veces, y aun no encontramos al Bayoan ese. Así que me escape a buscar el bastón este, por que mira que no aguanto más.

-Pero Doctor, si hasta donde yo tengo entender, eso es una leyenda que el mismo Eugenio se invento.
-No me jodas, este maricon me ha cogió de mamao por siglo y un octavo de otro.
-Carajoooo!...

-Bueno Doctor, que le trae por acá.
-Muchacho si toi perdió, y después esta lluvia que no para, pues en algún sitio me tenía que escampar.
-¡Que!, pero si yo pensaba que uste venia a traerme algún tipo de mensaje profetico.
-Pero que tú te crees muchachito, que yo soy un mesiah o algo así, ahhh, eso se lo dejo al Rosselló ese, que yo no se pol que la gente le dice doctor, hubiera vivido en mi tiempo, de seguro que un grupo desos esclavos que libere se lo comerían en un pincho con tortas de pana.

        El Doctor me siguió hablando destas cosas locas, parece que el tiempo sigue haciendo estragos, aun después de la muerte. En un momento que cayó, veo la oportunidad de conversar con él sobre mi suceso de unas madrugadas atrás.

-Pues muchacho, en aquellos tiempos, los doctores íbamos a las casas de los enfermos. Claro, la mayoría iba a las casas de los ricos, yo como no quería meterme en ese lio de ricos y pobres, pues me dedique a liberar esclavos.
-Pero por lo que veo, con tantas facilidades que hay, los doctores se pueden mover mucho más rápido, es mas con el dinero que pagan las polkerias esas de planes médicos, deben de pagarle directamente a los doctores, así hasta yo si hubiera vidado en estos días diría al carajo los esclavos.

       Después de un rato de conversar con el Doctor me di cuenta que había perdido toda cabalidad de aquel pensamiento revolucionario que había enaltecido su nombre.
Así siguió hablando de sus aventuras por Francia y de que llevo al fracaso el Grito de Lares. Y ya cuando casi me quedaba dormido nuevamente, entra como un relámpago un indio casi desnudo gritando: !Ete Ochoca Ete!!, !Ete Ochoca Ete!!

Seguido por otro barbudo, este mejor vestido que el Doctor y menos apestoso.
-Ramoncitooooo, metele con el baston!, grito.

PLUMMMMMMM!
-Carajo!!, para algo había de servir la porquería de bastón esa. Bien hecho Ramoncito.
-Maestro Eugenio, quien diache era ese.
-Ese es el Bayoan que tanto hemos estado buscando. Al fin hemos terminado nuestro destino en la tierra. Ya podemos descansar en paz.

Yo harto de tanta locura fantasmal no aguantaba más y los eche fuera del cuarto.
-Ahh, y se llevan al muerto ese.

         Ya casi encontrando el sueño nuevamente, se me viene al pensamiento lo que había dicho el tal Bayoan, ete ochoca ete, que diache significara eso, me dije a mí mismo. Cuando de repente en un abrir y cerrar de ojos me doi cuenta de quien en realidad venia a traerme el mensaje profético era el tal Bayoan. Lo que quería decirme era que la próxima vez, marcara siete ocho siete y luego el 911.