Un sol tibio y naranja
vestía el atardecer,
entre edificios pude ver
el adiós que me daba.
Era la entrada
a la rica ciudad.
Pues no pienso dudar
la riqueza que tiene,
de humilde gente
y fuerte voluntad.
En San Juan, por allá
su bahía comienza.
Allí hace la trenza
dividiendo la ciudad,
uniendo las lagunas.
San José y Los Corozos
atravesando con gozo
el Canal de Suárez.
Terminando el viaje
en Boca de Cangrejos.
El caño parte a mitad
ocho comunidades,
no individuales.
La Cantera, Marina,
Santurce Buena Vista
y Ciprian, norte forman.
Para el sur Las monjas,
Parada Veintisiete,
Hato Rey, conjuntamente
a Israel, son la norma.
A los aviones feroces
que tiemblan edificios,
pasen al techo del rico
y no al de los pobres.
Ya que mi alma conoce
que esta tierra abrió
su corazón bravío
a extranjeros hermanos.
Haciendo de este caño
su segundo bohío.