"Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en el mar."
Antonio Machado
Proverbios y Cantares
Abrí los ojos hace dos o tres horas.
Levantado por el primer resplandor del sol que con sus rayos golpeaba mi
ventana. Unas ansias de perderme hace algunos días me acechaba, como una
hermana de la sombra con la cual arrastro siempre. No es una perdición de
hundirse en el olvido, no señoras y señores, si no que es como un ave enjaulada dentro de uno,
el ave de la cotidianidad. Y esa ave hay que echarla al vuelo, porque si no se
nos pudre en un lecho sobrepisada por las bocinas del tapón y el asecho constante
del futuro incierto.
La esencia de un ave es volar,
es lo que la distingue de los demás animales. Entonces si pierde su esencia, su
identidad, pierde el alma y la vida que pudo haberla poblado. Un ave que vuela,
canta ante la libertad de los cielos. Un ave enjaulada, emite alaridos
desesperados ante su lecho de muerte. El humano no queda excluido de esta
naturaleza. Pues nos encerramos en cuatro paredes con una que otra ventana para
que nos de la ilusión de poder ver el mundo exterior. Luego nos echamos a la
brega cotidiana, nos levantamos temprano antes que el sol. Nos echamos a la
boca la cosa más amarga, un café colombiano. Luego nos dirigimos al tapón, si
ese embotellamiento de fieras salvajes todas encaminadas a pasar al mismo
tiempo. Y nos encerramos en cuatro cristales mascando chicle con gafas obscuras
para que no vean nuestros ojos. Porque nos descubren, se nos sale el sudor de
nuestro afán del yo, mi, mi y nada más. Y no solo eso, nos creemos la gran
maravilla de la creación, somos el centro, el personaje principal desta novela
y todo gira alrededor de nosotros. Y el pobre Galileo fue condenado y
sentenciado al infierno. Perdonado cuatrocientos años después algo así como “Oh,
perdone, es que nos dejamos llevar por el sentido literal de las Sagradas
Escrituras”. Pero aun no perdonan al que diga “que la propiedad privada es una
cosa robada” y se siguen escondiendo detrás de las murallas de oro del
Vaticano. El hombre destruye lo que no entiende, ¿se nos hace más fácil destruir
este mundo que entenderlo?
Bien, así que me dirigí partiendo
del campamento Boquerón en el Bosque Estatal de Guanica en dirección al Fuerte
Capron, el cual cuenta con unas preciosas vistas de la bahía. Pero allá no me dirigía,
como ya dije antes “quería perderme”. Mas o menos un kilometro adentro tome la
primera desviación hacia la izquierda, el camino ya no era tan regular como el
principal, sino que comenzó un leve descenso con unas piedras sueltas que hacían
resbalar un poco a estas botas baratas. Me desvié nuevamente por un pequeño sendero
desmarcado el cual me llevo a una pequeña laguna en medio del lugar más árido
deste archipiélago. Guarnecido por las copas de los arboles, no entraba ni un
rayo de sol a aquella agua estancada de un color no muy apetecible por mas
calor que hiciera. Regrese y continúe por el camino secundario
descendiendo hacia lo que ya sabía, el
final marcado por una especie de redondel creada con las mismas piedrecillas
del camino. La última vez que estuve me dije “esto no puede terminar aquí”. También
me di cuenta que había un sendero casi invisible borrado por la hierba y el desuso.
Hoy era ese día de atravesar y traer nuevamente a la vida este sendero lleno de
espinazos que se interponían a cada paso, lo que me hacia avanzar más lento. Esto
me llevo a seguir descendiendo por lo que parecía una cuenca seca de algo que
fue un rio entre dos montañas que no perdía de vista. Había demasiadas piedras
bastante grandes, pero no estaban degastadas por eso digo que quizás podría haber
sido un rio o quizás cayeron de ambas montañas, lo que creaba un desfiladero
mortal en cualquier instante. El lugar, desfiladero o cuenca seca, estaba lleno
de cuevecitas ya sea entre piedras o impregnadas en los laterales de la montañas.
Una casi al final, al final que definió mi final, llamo mi atención, ya que era
lo bastante grande como para albergarme, luego de una pequeña escalada de unos tres metros, si por que la
desgraciada no podía estar en otro lugar que trepada, pero valió el esfuerzo, corría
un poco mejor el aire, no había tanto mosquito y alcanzaba a tener una vista más
amplia de lo que tenía a mi alrededor. Un lugar acogedor como un buen sofá natural,
allí estuve buen tiempo, quizás una hora y media o más. Este entorno de cantos
de pájaros en cada esquina, de la ola de ruido que produce el viento contra los arboles al revolcar sus hojas, el rechinar de los troncos,
los surcos que me hacia el sudor y el sol empeñao en emitir toda su fuerza en
ese instante que estas bajo el, me hicieron pensar y reflexionar sobre muchas
cosas, y una que se me quedo fue, ¿Qué es la vida? El cual desarrolle más
adelante luego de haber descansado en la conformidad de mi hogar.
Según la Real Academia Española,
define como: Fuerza o actividad interna sustancial, mediante la que obra el ser que la posee. Ósea
que la vida tiene dos elementos básicos, uno el tener la capacidad de resistir,
empujar, tirar, mover ext. Y dos hacer uso de esa capacidad. Por lo tanto, si
reconocemos las injusticias y poseemos la capacidad de combatirlas pero no lo
hacemos, estamos muertos. Si vemos un aerogenerador inútil sobre nuestras
tierras que debieron de habernos dado de comer, y no hacemos nada estamos
muertos. Si vemos la destrucción, corrupción, desigualdades y todos esos males
que nos embaten y no hacemos un demonio por ello, estamos muertos. Como leí en
Soldados de Salamina de Javier Cercas, algo así “parece que el destino del
mundo está en el sacrificio de unos pocos”. Pues parece que los muertos se
creen “vivos” al sacrificio de los que realmente están vivos.